05 septiembre 2006

Violencia en las manifestaciones [estudiantiles]

Seguramente el 2006 será recordado como el año en que por primera vez una mujer asumió la presidencia de la república; sin embargo, nuestra generación no olvidará que fue en el año dos mil seis cuando los estudiantes secundarios revolucionaron el mundo de las protestas de orden social paralizando todo un sector a nivel nacional.
Tonos altos y tonos bajos. Las protestan se focalizaron en iniciativas pacíficas que incluían toma de establecimientos estudiantiles y paralización completa de todas las funciones de los actores educativos, incluyendo en tal acto a personal administrativo. La consigna era detener, estancar para demoler y construir nuevamente.


Las asambleas de estudiantes llamaban a protestas pacíficas dentro de los establecimientos y a no salir a las calles para evitar manifestaciones violentas y el constante y temido accionar del lumpen. No obstante, dichos llamados no fueron escuchados del todo y las ya nombradas situaciones despreciadas sucedieron de todas formas. Las manifestaciones violentas se desarrollan dentro de cualquier tipo de reunión masiva que tiene como objetivo la declaración de necesidades y/o la declamación de cierta emocionalidad o sensación por parte de la masa; se organizan desde la premisa de obtención de garantías que mitiguen las necesidades planteadas o de la obtención de situaciones donde la libre expresión de cierta sensación o emocionalidad de parte al gozo.


Pero, ¿qué hace que tales manifestaciones se tornen violentas?. En un caso general, la violencia suele llegar de la mano con el lumpen, delincuente que actúa desde la masa y se esconde tras ella y que no tiene vínculo con la manifestación en sí. Sin embargo, en las últimas manifestaciones de estudiantes secundarios eran ellos mismos quienes, encapuchados y provistos de armas de corte artesanal, comenzaron con la ola de desmanes que cubrieron y descubrieron la ciudad.

En Chile no hay una cultura en torno a las manifestaciones públicas y el grueso de la sociedad desconoce que el derecho a reunión forma parte de las licencias y beneficios que posee todo ciudadano. Se cree que tal desconocimiento es parte de una serie de vestigios y herencias que dejó en Chile una dictadura de dieciséis años. Durante la mayor parte del tiempo en que se mantuvo la dictadura en Chile, la sociedad fue reprimida y segregada a sus hogares impidiendo y anulando el derecho a reunión, no permitiendo la libre expresión de los distintos actores sociales.

Un año antes de las manifestaciones mencionadas, se masificó a través de DVD el documental “Actores Secundarios” que mostraba como a fines de los años ’80 el movimiento estudiantil secundario salió a las calles para exigir oído a sus necesidades educativas y sociales. Tal antecedente, incentivó a los alumnos secundarios del 2006 a unirse de manera nacional en torno a una serie de exigencias comunes dirigidas a mejorar la educación tanto pública como privada. Eso, unido con el desconocimiento de los propios derechos ciudadanos de reunión y expresión, la condición adolescente de los implicados, transforman las manifestaciones estudiantiles en un inminente foco de violencia donde la imagen de un carabinero en la esquina para resguardar la seguridad del resto de la población, tiene el significado de represión. Se teme a una represión que no está (en la mayoría de los casos), que no se ve pero se huele por los antecedentes que se han vivido en el país. Por la experiencia que representan las generaciones mayores donde la palabra disidente tenía acciones represivas que anulaban incluso el deseo de proclamarlas.

Se desconoce el derecho, no se cumplen con las obligaciones ciudadanas.


3 comentarios:

Anti.Yo. dijo...

Es un buen escrito...

pero es el taller??

no responde a la pauta..

Anti.Yo. dijo...

Nota. 4.0

Paula dijo...

Te cachai o no gallo?.
EL PAGO DE CHILEEEE!